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Copy of La Iglesia Bautista: Libre, congregacional, autónoma e interdependiente

Foto del escritor: Iglesias Bautistas de Puerto Rico Iglesias Bautistas de Puerto Rico

Por: Rvdo. Juan Ángel Gutiérrez Rodríguez

lunes, 13 de enero de 2025


«Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel». 1ra Corintios 4:1-5 


La eclesiología de los bautistas busca conjugar cuatro elementos esenciales que, aunque en algunas ocasiones puedan parecer contradictorios, son fundamentales para entender nuestra identidad como iglesia. El primer elemento que la iglesia bautista afirma es que es una iglesia libre. Esta libertad no es independencia en el sentido absoluto, sino que se basa en la total y plena obediencia a Jesús como único Señor y a su proyecto de las Buenas Nuevas del Reino de Dios. La iglesia bautista, al reconocer su libertad en Cristo, está comprometida con el Evangelio y la misión de extender ese Reino.


El segundo elemento es que esa iglesia libre se fundamenta en una visión congregacional. Es decir, cada congregación tiene la autoridad final sobre su propia vida y ministerios. Esto reafirma el sacerdocio universal de los creyentes y la idea de que la iglesia está compuesta por una comunidad de creyentes con responsabilidad y participación activa en el trabajo de la iglesia. La iglesia local, como una comunidad autónoma, es también un lugar de responsabilidad y de participación activa en la vida de la Iglesia universal.



El tercer principio es la autonomía de la iglesia local. La iglesia es autónoma en el sentido de que no depende de ninguna organización externa para su estructura y decisiones internas, pero no es autónoma en un sentido aislado. A la vez, somos interdependientes, reconociendo la necesidad de colaboración, compañerismo y apoyo mutuo entre iglesias. Solo una iglesia que acepta su necesidad de relacionarse con otras iglesias e instituciones puede afirmarse como una iglesia autónoma. Esta autonomía, lejos de ser sinónimo de aislamiento, nos permite la libertad de definir cómo organizamos nuestra adoración y ministerios, siempre fieles al Evangelio.


Finalmente, la interdependencia se hace presente como un principio vital para el trabajo conjunto entre iglesias. Este principio se refleja en las primeras experiencias bautistas, cuando las iglesias se unieron no bajo una jerarquía, sino en sociedades de trabajo y ministerios específicos, como los ministerios nacionales e internacionales, la escuela bíblica dominical, la sociedad de mujeres, entre otros. En un principio, no se formó una denominación o convención, sino una red de apoyo mutuo.


Nuestra eclesiología se refleja claramente en la Confesión de 1689, donde bajo el capítulo de la iglesia, se dice que «las iglesias deberían buscar compañerismo las unas con las otras, según la providencia de Dios permita la oportunidad de tal disfrute de estos beneficios, para el aumento de su amor, paz y edificación» (Capítulo 26, párrafo 14). Para nosotros, la convención o denominación no es más que una congregación de congregaciones, un pacto de trabajo y apoyo mutuo donde cada iglesia es autónoma y mantiene su libertad para decidir sobre su organización, administración y adoración.


De igual manera, la iglesia local que se une a una convención o denominación lo hace de manera voluntaria para cooperar en la extensión del Evangelio y la edificación del Reino de Dios. Este pacto implica un compromiso mutuo en el cual cada iglesia debe ser fiel y participar activamente en los proyectos comunes, apoyando la misión global de la iglesia. Este principio de fidelidad, tan central en nuestra vida como bautistas, también se refiere a nuestra responsabilidad de mantener la integridad del pacto entre las iglesias, garantizando que cada una contribuya al bien común.


Presentar el año como una nueva oportunidad para el trabajo eclesial. Este es el desafío que tenemos por delante, tal como lo expresa el versículo de 1ra Corintios 4:1-5: «Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel». Como iglesia, estamos llamados a ser administradores fieles de los misterios de Dios, y este nuevo año nos presenta una oportunidad renovada para trabajar juntos en la edificación del Reino. Somos llamados a ser buenos administradores, no solo en nuestra iglesia local, sino también dentro del cuerpo de Cristo, a través de nuestra interdependencia, en la fidelidad a nuestros pactos y compromisos mutuos.


Cada iglesia, al comenzar un nuevo año, debe reflexionar sobre su rol como administradora fiel de los recursos y dones que Dios le ha dado, no solo para su beneficio, sino para la edificación de la Iglesia universal. Es un tiempo para reafirmar nuestro compromiso con la unidad en Cristo. Así, el año nuevo nos invita a renovarnos como servidores de Cristo y a asumir nuestra responsabilidad como administradores fieles de los misterios de Dios. Este es un llamado a la unidad y a la cooperación para extender su Reino en un mundo que necesita ver nuestra fidelidad a los principios del Evangelio y nuestra entrega al trabajo eclesial, tanto autónomo como interdependiente.


Que este año sea una nueva oportunidad para vivir plenamente nuestra identidad como iglesia bautista: libre, congregacional, autónoma e interdependiente y todo para el servicio de Su Reino.


El Rvdo. Juan Ángel Gutiérrez Rodríguez es ministro ordenado de las American Baptist Churches. Posee una vasta experiencia en la misionología, siendo misioneros por muchos años destacado en América Latina. Posee una maestría en Divinidad del Northern Theological Seminary de Illinois.

 

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