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¡Día de la Bienvenida a la Casa de Dios!

Por: Rvdo. Dr. Ramón Martínez Orabona

domingo, 13 de abril de 2025


«Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Mas él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue

sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» Isaías 53:4-5 (RV1960).

 

Con toda probabilidad, hoy serán muchas las personas que celebrarán una antigua tradición dentro de algunos círculos cristianos: «El Domingo de Ramos». Toda la festividad gira en torno a lo relatado en los evangelios en cuanto a lo que fue el acontecimiento histórico de: la Entrada Triunfal de Jesús a la ciudad de Jerusalén. Observaremos uno que otro drama evocando aquel suceso. Alguna congregación con recursos disponibles conseguirá inclusive hasta un burrito, cosa que dar mayor realidad a la escena y, definitivamente, veremos muchas ramas de palmeras colocadas en el suelo. Muchas personas saldrán de sus respectivos templos con su pequeña rama de palmeras y esto no tan solo sucederá en Puerto Rico, sino en muchos otros países iberoamericanos y de otras regiones.

 

Créame, no veo gran controversia con todo lo que he mencionado; sin embargo, hay algunas cosas que me hacen pensar año tras año cuando llega este día en particular. Más allá de algo meramente tradicional: ¿entiende el pueblo realmente la amplitud histórica de dicha entrada a Jerusalén? ¿Fue este el único episodio digno de resaltarse en este día? ¿Qué más sucedió ese día que deba ser recordado y emulado por nosotros hoy como Iglesia de Cristo?

 


La Biblia, la poderosa Palabra de Dios, nos habla de lo que sucedió el día en que Jesús entró triunfalmente a Jerusalén. No se equivoque nadie, la expectativa de gran parte del tumulto que portaban palmeras en sus manos era que Jesús entrara al palacio de Poncio Pilato y tomara control político de la nación. Sin embargo, sucedió otra cosa totalmente distinta. A donde Jesús entró a poner orden fue al «templo de Dios». El evangelista Mateo nos relata con lujo de detalles cómo Jesús, literalmente, «limpió su casa». Una vez realizó dicho acto—el volcar las mesas y echar a los mercaderes de allí—el relato continúa diciendo lo siguiente: «Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó». (San Mateo 21:14).

 

Si hay algo del día de hoy que debemos reseñar, recordar y emular es precisamente este ejemplo dado por nuestro Señor. El motivo principal para que Dios se encarnara y se dejara «herir y moler por nuestras rebeliones y pecados» fue para darnos dignidad sin importar la condición en la que nos encontremos. La casa de Dios es el lugar donde se recibe a los enfermos, marginados, excluidos, etc., precisamente para que reciban bendición. El evangelista Mateo nos relata, claramente, que una vez Jesús sacó a los mercaderes fue entonces cuando pudo recibir a los rechazados de la sociedad dentro de las instalaciones del templo.

 

Observe bien la ironía en todo esto: mientras a los ladrones se les hacía espacio en el templo, a los necesitados—enfermos y mendigos—se les dejaba afuera. En la falsedad que caracterizaba a la alta religiosidad de la época, cierto tipo de personas no tenían cabida dentro del templo. Ya fueras ciego, sordo, mudo o padecieras de cualquier otra condición, en finas palabras: «tú no te encontrabas al grado de perfección adecuada como para darte la bienvenida a la Casa de Dios», ¡soberana hipocresía esa!

 

Hoy, damos gracias al Señor pues por Su vida, obra, pasión, muerte y resurrección, tú y yo tenemos entrada disponible ante su presencia siempre. Por Su sacrificio se destruyeron todos los «controles de acceso» a Él. Tú, amada lectora o lector, quien hoy puede leer estas palabras, deseo que sepas lo siguiente: ¡Eres bienvenido a la Casa del Señor! Puedes acercarte a Dios tal como estás y tal como eres, pues te aseguro que Jesús mismo se encargará de sanar y transformar tu vida por completo como solo Él sabe y puede hacerlo. Ese es nuestro motivo de celebración. Hoy es el ¡Día de la bienvenida a la Casa de Dios!

 

¡Dios te colme de bendiciones!

 

El Rvdo. Dr. Ramón Martínez Orabona es el pastor general de la Iglesia Bautista El Redentor de Bayamón y a su vez es el actual ministro ejecutivo asociado en Educación en Mayordomía y Promoción Misionera. Posee una maestría en Estudios Profesionales con una concentración en Ministerios Urbanos del Alliance Theological Seminary, Nyack College of New York, hoy conocido como el Seminario Teológico de Puerto Rico. Obtuvo su grado doctoral en Ministerios del Gordon Conwell Theological Seminary, South Hamilton, MA.

 
 
 

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