LA AUTONOMÍA E INTERDEPENDENCIA: UN SOLO PRINCIPIO BAUTISTA
- Iglesias Bautistas de Puerto Rico
- hace 6 días
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Por: Rvdo. Juan Á. Gutiérrez Rodríguez
lunes, 9 de junio de 2025
«El día de Pentecostés, todos los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados. Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos los presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, conforme el Espíritu Santo les daba esa capacidad» Hechos 2:1-4 (NTV).
La eclesiología bautista se fundamenta en varios principios básicos. Una iglesia bautista es una iglesia de creyentes, libre, congregacional y, autónoma e interdependiente. Estos cuatro principios son cardinales para hablar de una eclesiología bautista. La característica es que, una iglesia bautista afirma los cuatro principios. No se escoge uno sobre otro. Vivimos esos fundamentos en constante tensión. Reconocemos que la fortaleza de nuestras iglesias se basa en la relación saludable que existen entre estos principios.

Somos una iglesia de creyentes libres para obedecer a Dios. Congregacional en cuanto al reconocimiento del sacerdocio universal de todo y toda creyente, donde el poder y la autoridad no es de una persona o grupo sino de toda la membresía. Junto a estas afirmaciones reconocemos nuestra autonomía e interdependencia. Pues decidimos congregacionalmente sobre nuestros asuntos y reconocemos la responsabilidad de establecer relaciones con otras iglesias, denominación, organización eclesial y aún al estado para el trabajo del Reino.
Para poder comprender el concepto de la autonomía e interdependencia es importante recordar que para los bautistas la iglesia bautista en su carácter individual NO ES la iglesia de Jesucristo, sino que formamos parte de la Iglesia universal de Jesucristo. La Confesión de Fe Bautista de 1689 en su capítulo 27 inciso 1 y 2 nos afirma ese principio. «La Iglesia católica o universal, que (con respecto a la obra interna del Espíritu y la verdad de la gracia) puede llamarse invisible, se compone del número completo de los elegidos que han sido, son o serán reunidos en uno bajo Cristo, su cabeza… Todas las personas en todo el mundo que profesan la fe del evangelio y obediencia a Dios por Cristo conforman al mismo… son y pueden ser llamados santos invisibles, y de tales personas todas las congregaciones locales deben estar compuestas».
Reflexionemos sobre la segunda parte de este principio: interdependencia. Cuando el principio hace referencia a la interdependencia es la forma de afirmar el deseo de Jesús en Juan 17 «Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado».
En la Confesión de Fe Bautista de 1689 el capítulo 27 titulado De la comunión de los santos, en el inciso 2 nos dice: «Los santos, por su profesión, están obligados a mantener entre sí un compañerismo y comunión santa en la adoración a Dios y en el cumplimiento de los otros servicios espirituales que tienden a la edificación mutua, así como socorrerse los unos a los otros en las cosas externas según sus posibilidades y necesidades». Este inciso nos permite entender que desde sus inicios los bautistas creían y afirmaban la necesidad, la importancia y el valor de la interdependencia.
Esa interdependencia tiene varias formas. La primera es la interdependencia en la iglesia local. El apóstol Pablo nos señala esta interdependencia cuando nos habla de la iglesia y la necesidad que tenemos los unos de los otros. «Siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, todos miembros los unos de los otros» Rom.12.5 (RVR1960). Esta interdependencia en la iglesia local afirma el sacerdocio universal y es esa acción la que fortalece la autonomía.
Es aquí donde juega un papel crucial los dones que el Espíritu da a la iglesia. Recordemos lo que Pablo nos dice en 1ra Corintios 12 que el Espíritu da los dones que la iglesia necesita. «Hay en la iglesia diferentes dones, pero el que los concede es un mismo Espíritu. Hay diferentes maneras de servir, pero todas por encargo de un mismo Señor. Y hay diferentes manifestaciones de poder, pero es un mismo Dios, que, con su poder, lo hace todo en todos. Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para provecho de todos». Para que una iglesia pueda llevar a cabo su misión necesita una variedad de dones. Nadie en la iglesia tiene TODOS los dones.
La segunda forma de interdependencia es la que se da entre iglesias locales. Esta experiencia la vemos en el texto de 2da Corintios 8.1-14 donde el apóstol Pable hace un llamado solidario a las iglesias locales para apoyar y sostener la iglesia de Jerusalén que enfrentaba grandes retos en aquel momento. En la experiencia bautista esta interdependencia entre iglesias locales fue lo que llevó a la creación de lo que hoy llamamos la denominación.
En este tiempo de cambios y crisis es esencial el fortalecimiento de las relaciones de la iglesia local, que va más allá del trabajo o la relación denominacional. Hay iglesias que tienen dones, talentos y recursos tanto económicos, como físicos y humanos que puede compartir con alguna iglesia que este enfrentando una necesidad particular o una crisis. Esta interdependencia debe empezar por zonas geográficas. De esta manera puede fortalecerse la presencia del proyecto de Reino.
El compromiso por la interdependencia significa nuestra capacidad de poner a un lado nuestros intereses personales como líderes o como iglesia. Significa reconocer que soy parte, como líder e iglesia, del cuerpo de Cristo y no el cuerpo de Cristo. Significa para la iglesia local y su liderato superar la mentalidad tribal de ser el centro.
El relato de Hechos 2:1-4 nos ofrece una imagen poderosa de lo que significa ser Iglesia: una comunidad de creyentes reunidos en un mismo lugar, llenos del Espíritu Santo, y con poder para la misión en unidad y diversidad. En este texto se anticipa el principio de autonomía e interdependencia. Cada creyente recibe el Espíritu de manera personal —afirmando así la autonomía y responsabilidad individual ante Dios— pero lo recibe en comunidad, al mismo tiempo que los demás, en un mismo lugar y con una misma misión —afirmando la interdependencia. Esta escena fundacional no muestra individuos aislados, sino una iglesia naciente que, siendo diversa en lenguas y dones, es un solo cuerpo en el Espíritu. Así, desde Pentecostés, la Iglesia es llamada a vivir en la tensión creativa de ser autónoma en su obediencia al Espíritu y profundamente interdependiente en su comunión con los demás.
Pentecostés, nos modela cómo el principio de autonomía e interdependencia es una forma de ser y hacer Iglesia. A la misma vez es una forma de ser y hacer comunidad, tanto dentro de la iglesia como fuera de ella. Este principio nos permite ser mucho más fieles a nuestra misión de proclamar y vivir las Buenas Nuevas del Reino de Dios.
El Rvdo. Juan Ángel Gutiérrez es egresado del Northen Theological Seminary de Illinois. Sirvió como misionero de Ministerios Internacionales por alrededor de 15 años. Es ministro ordenado de nuestra denominación. Su úlitmo pastorado fue en la North Shore Baptist Church de Chicago.
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