Rvdo. Dr. Luis G. Collazo
lunes, 11 de noviembre de 2024
«Jesús, dándose cuenta de la mala intención que había en ellos, le contestó: Muéstrame un denario. ¿De quién es la efigie y esta inscripción? Le contestaron: Del emperador. Entonces Jesús dijo: «Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios» Lucas 20: 23-25.
El tema que abordamos hoy no deja de ser controversial y desafiante. Usualmente nos complacemos, a mi juicio muy ingenuamente, a declarar la relación antagónica entre política y la Iglesia, o en otra versión, la incompatibilidad entre religión y política. Usualmente se considera que la política implica el modo en que una comunidad o sociedad estructura el uso del poder. En esta perspectiva, la Iglesia constituye una comunidad política en su escenario institucional y protagonista de la sociedad humana en su contexto secular.
La actitud contestaría de Jesús a los «espías» representa el modelo profético de la Iglesia ante toda realidad política que amerita ser confrontada. Contrario a los argumentos que utilizaron a partir del texto, para proclamar la enajenación de la Iglesia ante las coyunturas políticas, Él mismo sí establece la independencia o la autonomía profética de la Iglesia ante el estado y sus políticas.
La Iglesia nunca debe claudicar su compromiso político profético ante toda instancia histórica que viole la dignidad humana. En este sentido, la respuesta de Jesús «a Dios lo que es de Dios» representa la independencia de la Iglesia y sus profetas ante el poder que constituye el estado. La gesta del reverendo Martin Luther King y del mártir Óscar Arnulfo Romero constituyen el modelo noble del ministerio en que a la Iglesia le corresponde proclamar el reino de Dios como agente político y defensor de una mayordomía de la historia.
Ante los discursos anacrónicos y disfuncionales que históricamente han proclamado la idea de alienar la Iglesia de los desafíos políticos, nos corresponde hoy trascenderlos. Los desafíos históricos actuales exigen a la Iglesia ser «sal y luz del mundo». Ignorar ese desafío es ser una comunidad cristiana que renuncia al seguimiento de Cristo, como bien lo ejemplificó Dietrich Bonhoeffer.
El Rvdo. Dr. Luis G. Collazo es ministro ordenado de nuestra denominación. Posee una
maestría en divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico y un doctorado en teología del Graduate Theological Foundation.
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