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Hasta que todos vean la luz

Endosada Ruth N. Márquez Castro

lunes, 25 de agosto de 2025


«…no descansaré hasta que tu victoria brille como el amanecer y tu salvación como una antorcha encendida» Isaías 60.1b (NTV).


Vivimos en un mundo lleno de voces, ideologías y caminos que parecen prometer plenitud, pero dejan vacío el corazón. La Biblia nos recuerda que Jesús es la única luz verdadera que puede disipar la oscuridad: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» Juan 8:12 (RV 1960). Esta verdad nos confronta con una gran responsabilidad: la necesidad de anunciar a Cristo a quienes aún no lo conocen. La misión de la iglesia no es opcional, es un mandato urgente: «¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique Romanos 10:14(RVA 2015).


El mundo está en tinieblas: familias rotas, jóvenes buscando sentido, comunidades atrapadas en el dolor y la desesperanza. Pero con el paso del tiempo, la iglesia ha comenzado a conformarse con mensajes más cómodos (“light”), evitando confrontar al mundo con la verdad del pecado. Se ha hablado de gracia sin arrepentimiento, de amor sin santidad, de salvación sin transformación. Sin embargo, el llamado de Cristo sigue siendo el mismo: «Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca»Mateo 4:17 (NTV). El mundo no necesita un evangelio diluido, sino una iglesia valiente que proclame que en Cristo hay perdón, restauración y vida eterna.


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Evangelizar no se trata únicamente de palabras, sino de un estilo de vida que apunte a Jesús: con compasión, servicio y autenticidad. Cada acto de amor es un rayo de luz que puede abrir los ojos de alguien a la verdad transformadora. La Biblia nos recuerda que no fuimos llamados solo a recibir la luz, sino a reflejarla: «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder» Mateo 5:14(RVR1960). Nuestra fe no puede permanecer escondida bajo la comodidad. Como dice Pablo: «Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz» Efesios 5: 8 (RV 1960).

Ser hijos de la luz significa vivir con un testimonio íntegro en el hogar, el trabajo, la escuela y la comunidad. Significa no avergonzarnos del evangelio, aunque el mundo lo rechace, porque es poder de Dios para salvación (Romanos 1:16). Si cada creyente decidiera ser fiel en su pequeño círculo, la luz se multiplicaría y alcanzaría los rincones más oscuros de la sociedad. Hasta que todos vean la luz, no es una frase bonita sino un compromiso profundo: perseverar en la misión, orar por los que aún no creen y salir de nuestra comodidad para llevar la esperanza del evangelio a cada rincón.


La pregunta queda delante de nosotros: ¿estamos brillando con la luz de Cristo en un mundo en tinieblas, o nos hemos conformado con mantener una fe que no alumbra? ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros decidiera hoy vivir y proclamar la luz de Cristo sin reservas?


Que nuestro corazón arda con la misma pasión de Cristo, quien vino «a buscar y a salvar lo que se había perdido» Lucas 19:10b (RV1960). Y que podamos decir con convicción: seguiremos compartiendo la luz del evangelio… hasta que todos vean la luz.


Ruth Noemi Márquez Castro es endosada de las Iglesias Bautistas de Puerto Rico, con una fuerte convicción del llamado que Dios le ha hecho de servirle desde el campo misionero. Actualmente, se encuentra haciendo su residencia misionera en Colombia, junto a la misionera Waleska "Walita" Febres Hernández, como parte del Programa de Residencia Misionera de Ministerios Internacionales (International Ministries).

 
 
 
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