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Los regalos al Rey

Por: Pastora Anátalys González Ortiz 

lunes, 6 de enero de 2025


«Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel». 1ra Corintios 4:1-5  


El inicio de un nuevo año nos brinda una oportunidad invaluable para reflexionar sobre nuestra misión como Iglesia en un mundo lleno de desafíos. El apóstol Pablo nos recuerda que somos «servidores de Cristo» y «administradores de los misterios de Dios», lo que implica un llamado a ser fieles en nuestro servicio, traduciendo lo espiritual en acciones concretas y visibles.


Jesús no necesita oro, incienso ni mirra. Él necesita nuestras manos para que reine la justicia y podamos vivir la paz y en paz. Por eso, los verdaderos regalos que podemos ofrecerle son aquellos que impacten directamente la vida de los dolientes, los marginados y los que sufren. Es urgente que respondamos al llamado de Jesús a través de proyectos de envergadura que aborden las necesidades reales de aquellos que están en situaciones vulnerables, como los niños, los envejecientes, las mujeres y hombres que enfrentan decisiones difíciles, personas que han sido rechazadas por su orientación sexual, entre otros tantos que viven en condiciones de opresión y marginación.



Jesús, al nacer en un contexto de opresión y persecución, nos enseñó que el verdadero regalo que Él espera de sus seguidores no se encuentra en objetos materiales, sino en una vida transformada, entregada en servicio y amor. Si Jesús viviera en nuestros tiempos, probablemente estaría en las zonas más afectadas por el conflicto, entre los marginados, heridos y aquellos que sufren. Por ello, en lugar de dar regalos de oro o incienso, debemos ofrecer proyectos que realmente impacten a las personas más necesitadas. Esto incluye revitalizar las comunidades marginadas, proponiendo proyectos para acceso a servicios básicos como educación, salud, agua potable, energía eléctrica accesible y viviendas dignas. Las comunidades que viven en la pobreza extrema deben ser el primer objetivo de nuestra acción.


Es esencial también que respondamos a la difícil situación de las mujeres que se ven forzadas a tomar decisiones difíciles sobre el aborto. En lugar de juzgar, debemos acompañarlas, ofreciendo alternativas que les den esperanza y apoyo, brindándoles acceso a servicios médicos de calidad y programas de salud mental que les ayuden a encontrar la mejor opción para su bienestar.

 

Además, es fundamental incluir en nuestros proyectos a los grupos marginados quienes enfrentan discriminación, violencia y exclusión, incluso dentro de las comunidades religiosas. Jesús nos enseñó a amar sin prejuicios y a acoger a todos sin excepción. Los proyectos de inclusión, sensibilización y apoyo deben ser una prioridad, para ofrecer un espacio seguro y digno para todas las personas, sin importar su procedencia o manera de vivir. Con todos ellos y ellas, Jesús estuvo y se presentó como un regalo de vida.

Este nuevo año nos presenta la oportunidad de ser más que una institución religiosa; la Iglesia debe convertirse en un motor de cambio social, en un lugar donde se promueva la unidad, la sanación de los corazones rotos y el bienestar de todos los que están en situación de vulnerabilidad. Al ofrecer proyectos de envergadura que atiendan las verdaderas necesidades de las comunidades marginadas, no solo honraremos a Jesús, sino que también responderemos a su llamado de ser la luz en un mundo roto. Estos proyectos no deben ser solo palabras, sino acciones concretas que lleven esperanza, justicia y paz a aquellos que más lo necesitan. Jesús está esperando nuestra respuesta. Llevemos los regalos que realmente importan: un corazón fiel, dispuesto a servir y transformar el mundo.


Siempre teniendo presente que los regalos que llevamos al Rey son regalos que entregamos a los más pequeñitos. Y ante la entrega de estos obsequios se oirá una voz potente y fuerte como de trueno, diciendo: «Yo, el Rey, les diré: Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí» Mateo 25:39 (TLA).

Vayamos, pues, a nuestras comunidades a entregar los regalos al Rey.

 

La pastora Anátalys González Ortiz es pastora endosada por las Iglesias Bautistas de Puerto Rico. Actualmente es parte del equipo de trabajo del ministro ejecutivo  y sirve a las IBPR como oficial de enlace pastoral para la plataforma educativa, página web y directora de la Academia de Revitalización Congregacional.

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